Iglesia Evangélica Bautista de Albacete

CAMINAR EN LA LUZ

«Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor.»
Efesios 5:8-10

Contexto

La carta a los Efesios, escrita por el apóstol Pablo, tiene como objetivo principal fortalecer a los creyentes en su fe y unidad en Cristo. En el capítulo 5, Pablo exhorta a los cristianos a vivir como hijos de luz, contrastando su nueva identidad en Cristo con su antigua vida de pecado y oscuridad. La imagen de la luz es poderosa, evocando pureza, verdad y la revelación de Dios. Pablo llama a sus lectores a reflejar estas cualidades en su vida diaria, demostrando así el fruto del Espíritu.

I. DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ

Pablo nos recuerda que antes de conocer a Cristo, vivíamos en la oscuridad del pecado, ajenos a la verdad de Dios. Al recibir la luz de Cristo, nuestra vida debe reflejar esa transformación. Vivir en la luz significa apartarnos de las obras de las tinieblas y abrazar una vida guiada por la verdad y la santidad. «Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz» (Ef 5:8). Este cambio no es solo una mejora moral, sino una transformación completa de nuestra identidad.

II. EL FRUTO DEL ESPÍRITU

La vida en la luz produce fruto en toda bondad, justicia y verdad. Estos frutos son evidencias visibles de nuestra transformación interior y nuestra relación con Dios. La bondad se manifiesta en nuestras acciones hacia los demás, la justicia en nuestro compromiso con la rectitud y la verdad en nuestra adherencia a la palabra de Dios. «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gá 5:22-23). Estos atributos deben ser evidentes en nuestra vida diaria, testificando del cambio que Cristo ha obrado en nosotros.

III. AGRADAR AL SEÑOR

Vivir como hijos de luz implica discernir y hacer lo que es agradable al Señor. Esto requiere un conocimiento profundo de Su voluntad, revelada en las Escrituras, y una disposición constante a obedecerle. «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (Ro 12:1). Nuestro objetivo diario debe ser honrar a Dios con nuestras decisiones y acciones, buscando siempre agradarle en todo lo que hacemos.

CRISTO ES EL CENTRO

Jesús es la luz del mundo (Jn 8:12) y en Él encontramos el ejemplo perfecto de una vida plena en luz. Su vida reflejó en todo momento bondad, justicia y verdad. Al seguir a Cristo, somos llamados a ser portadores de esa misma luz, viviendo de manera que nuestras vidas apunten a Él. Cristo no solo nos da la luz, sino que nos transforma en luz para el mundo. Nuestro caminar diario debe estar centrado en imitar a Cristo, mostrando al mundo la luz que hemos recibido.

PARA MEDITAR

«¿Cómo puedo vivir hoy como hijo de luz, reflejando la bondad, la justicia y la verdad de Cristo en mis acciones y decisiones? ¿Qué áreas de mi vida necesitan más de Su luz?»

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